martes, 1 de diciembre de 2009

CARACTER DEL GANADOR


Cuántas veces hemos estado durante un entrenamiento observando a uno de nuestros jugadores y hemos pensado: “con lo bien que lo hace todo, ¿por qué a la hora de la verdad no aporta tanto como debería?”, “¿por qué, con las condiciones que tiene, no es el mejor jugador del equipo?”, “¿cómo es que no termina de explotar?”.
He intentado responder esas preguntas haciéndomelas sobre distintos jugadores. Gente que por condiciones físicas, técnica o inteligencia, deberían jugar mucho mejor pero en cambio no conseguimos que despunten y se muestran como jugadores del montón. ¡Y nosotros que esperábamos que fuesen los líderes de nuestros equipos!. Lo que he podido ver en este tiempo es que todos ellos tenían un denominador común: la fragilidad de carácter. No eran verdaderos ganadores.
Porque los ganadores son distintos. Son mejores, claro, pero además hay pequeños detalles que los distinguen. Se mueven de una manera diferente, actúan diferente, incluso sonríen diferente. Pero hay algo que les delata: miran diferente. Los auténticos ganadores tienen una mirada desafiante, intimidadora. Una mirada que demuestra la confianza que tienen en sí mismos, que transmite confianza a sus compañeros y causa inseguridad a los contrarios. Y esa mirada es el reflejo de una voluntad y una concentración superiores a las de los demás.

En los primeros años de práctica deportiva intento darle mucha importancia al aspecto psicológico del jugador. En este sentido intento que vayan adquiriendo un carácter luchador, que no se relajen, que no regalen nada. Quiero que estén muy concentrados en lo que hacen y que piensen sólo en dar lo mejor de sí mismos. Menos no nos vale. Es un niño que quiere jugar y divertirse, por supuesto, pero por naturaleza también quieren aprender, competir... quieren ser mejores que el compañero. Si hacemos la prueba y le damos un balón a dos niños, ¿qué harán?. Seguramente no empiecen a darse pases o a tirar a canasta sin más, sino que jugarán el uno contra el otro. Ese instinto de superarse a sí mismo y al compañero es el que trato de fomentar.
En cada entreno hay decenas de ocasiones en las que un jugador debe demostrar si es competitivo de verdad, si tiene ese “carácter de ganador”: un balón rodando, un balance defensivo al que seguramente no llegue, un contraataque claro que sus compañeros podrían resolver sin él... Esos momentos son oportunidades que intento aprovechar para mostrarles a los jugadores qué es lo que espero de ellos. El nivel de exigencia es máximo en cada entreno, desde el primer minuto hasta el último.
Pueden no ser demasiado rápidos, que físicamente no sean dominantes, que técnicamente no sean los mejores... Sólo hay una cosa que les exijo a mis jugadores: esfuerzo máximo. Quiero que me den el 100% de lo que llevan dentro. Tengan el nivel que tengan. Sólo así lograremos ir convirtiéndolos en ganadores. Hay que intentarlo. Hay que conseguirlo.

Que nuestros jugadores miren diferente.


 

Jesús Pérez-Castilla
Noviembre de 2005
www.jgbasket.com

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